Entrevistamos a Rafa Méndez, bailarín y coreógrafo que se hizo famoso en España gracias al programa Fama, a bailar de Cuatro y que ahora se lanza a la dirección artística de un espectáculo teatral, Los 7 de Rafa Méndez. Con el baile como hilo conductor, esta obra habla de la vida y de la muerte, de la lucha y la supervivencia, de la capacidad de superarse y de encontrar respuestas. De personalidad carismática y arrolladora, Rafa Méndez plasma sobre el escenario todo su bagaje artístico, sus emociones y nos abre su corazón en este montaje teatral.
¿Por qué los 7 de Rafa Méndez? ¿Qué representa para ti ese número?
Para mí ese número es muy personal. Son 7 islas (porque yo soy canario), 7 bailarines y 7 pecados capitales. El 7 es un número muy personal y se descubre el porqué a lo largo de la obra.
7 cuerpos y un solo corazón el de Rafa Méndez, ¿tantos sentimientos guardas en tu corazón?
La historia de la obra es muy biográfica. Todo nace a raíz de la pérdida de mi hermana y de todos los sentimientos que me surgieron. En un primer momento la idea nace como algo más comercial, pero al final se acabó convirtiendo en algo muy personal. Transformé el musical en algo más teatral. Son 7 historias reales unidas a 7 tipos de bailes urbanos. Algunas de las historias son trágicas y otras no, pero todas tienen un final feliz. Estoy seguro de que el espectador se va a sentir muy identificado porque las 7 historias le van a llegar al corazón.
De las 7 ¿tienes alguna historia preferida?
No, todas las historias tienen un poco de mi historia real. Por ejemplo, uno de los personajes sufre la pérdida de un familiar y también se realiza un pasaje sobre la historia de mi hermana a través de una de las bailarinas. Sin embargo, no todo gira en torno a mi hermana, es más un homenaje a ella. Mis sentimientos se unen con historias que son propias de los bailarines, como la de la chica gorda que sufre bullying y no consigue ligar, pero a pesar de eso ella se quiere a sí misma y finalmente consigue lo que se propone.
¿Entonces nos preparamos para ver una tragedia sobre el escenario?
No, qué va. No todo es trágico. De hecho, la gente va a bailar. Hay tragedia, porque en la vida también hay tragedias, pero al final acabas convirtiéndolas en cosas buenas, por lo que hay un final feliz. Pero eso sí, las emociones están a flor de piel. El público no se imagina lo que va a ver en el teatro.
Escuchándote hablar puede parecer que a veces eres políticamente poco correcto, ¿te gusta provocar en la vida real?
No es cuestión de provocar. Este es mi lenguaje. Puede parecer maleducado pero me gusta ser claro, odio el paripé. La gorda es la gorda, el flaco es el flaco y la marica es la marica.
Las personas que utilizan un lenguaje casi perfecto pero poco entendible, me pueden llegar incluso a molestar. Detesto el lenguaje político, por ejemplo, me parece todo postureo. El mío es un lenguaje cercano y más directo
¿Crees que a través del cuerpo -de la expresión corporal- es la mejor manera de expresar las emociones, o existe otra manera más efectiva?
El cuerpo en movimiento es muy bueno para comunicar, de hecho yo lo he utilizado siempre. Pero considero de la palabra es mucho más efectiva para comunicar emociones. Hay que hablar mucho. A mí me gusta comunicar de todas las formas posibles.
¿Crees que en época de crisis deberíamos buscar nuevas maneras más efectivas para expresar nuestros sentimientos y así que no se nos queden enquistados?
La crisis ya se acabó (risas). Hay que hablar más, ser como uno realmente es y liberar la mente. La vida es muy corta como para estar limitándose. Eso también lo transmitimos en la obra. A quien le guste bien y a quien no que se coma una «patatita frita».
¿Cómo fue la selección de los bailarines?
En ese momento yo me encontraba en Canarias y me propuse hacer un casting solo de bailarines canarios. Tenían que ser canarios porque tenemos mucho talento allí y era importante para mí.
Se presentaron 400 bailarines, lo que es una cifra enorme para ser Canarias. Tenía miedo de no llegar a completar el casting. Necesitaba a 7 personas pero, hay tanto talento allí, que al final me quedé con el doble. Fue increíble.
¿Buscabas algo específico en cada uno de los bailarines?
Sí, pero en el casting me di cuenta de que surgieron otros perfiles. Me encanta la gente «rara», la gente que ha sufrido complejos, bullying…Quizás porque yo también lo he sufrido. Me gusta también la ambigüedad, la gente que se siente diferente sexualmente hablando. Tenía claro que quería una gorda y también buscaba a una persona que hubiera perdido a un ser querido, al igual que yo.
Me gustan las personas que han vivido un problema, porque es lo que encuentro más cercano a mi vida personal. Pero como te comentaba sobre la obra, siempre historias con aceptación y con final feliz.
¿Cómo ves el panorama actual de la danza y el baile en España?
La danza clásica y contemporánea en nuestro país está siempre muy bien, con compañías maravillosas y bailarines y coreógrafos increíbles.
Lo mío es el baile comercial. En eso estamos todavía muy atrás. Aunque hay mucha cantera de bailarines, no existen cantantes en España con un buen estilo comercial. Aquí no hay mercado. En ese sentido sí que estamos en crisis. Hay muchos cantantes españoles que no son profesionales, porque no cuidan bien a su equipo y no valoran a sus bailarines. En España no se tiene ese concepto que hay en América donde los artistas se encargan de llevar un buen equipo a nivel de bailarines porque son parte de su espectáculo. Aquí solo los tienen detrás y casi no se les ve. No hay cantantes que lleven buenos bailarines. No contratan a gente profesional y se les paga muy poco.
En España, Mónica Naranjo sería la única cantante con la que me gustaría hacer algo en este momento.
En la obra hay 2 bailarinas del programa Fama, a bailar! de Cuatro, del que formabas parte. ¿Qué recuerdos guardas de tu experiencia en este programa?
Guardo recuerdos maravillosos. Estuve 8 años en el extranjero labrándome una carrera y este programa hizo que me hiciera conocido en España y se reconociera mi trabajo. Además, a raíz de esta experiencia, he podido tener otras aventuras en televisión. Por ejemplo, ahora estoy en la dirección artística del programa Levántate y también estuve en Pequeños Gigantes. Yo era un chaval que quería bailar detrás de un cantante, y luego la vida te da otras oportunidades.
¿Teatro o televisión? ¿Qué te aporta cada uno de ellos?
Esta es mi primera obra de teatro. Había hecho musicales, pero como bailarín lo detestaba. Esta es mi primera dirección artística en teatro y la primera oportunidad que he tenido de crear algo mío y me siento muy cómodo.
Por otro lado, la televisión me da esa parte de espectáculo. Con el problema que tenemos ahora con el IVA cultural, cuesta mucho hacer grandes producciones en teatro. En la televisión yo no tengo que poner ni un duro.
¿Cuándo fue la primera vez que subiste a un escenario?
Cantaba y bailaba desde pequeño. De hecho, yo quería más cantar que bailar. Cantaba tanto que me rompí la voz siendo un niño. Con 13 años empecé a dar clases de baile y con 18 subí por primera vez a un escenario de manera profesional en la sala Andrómeda en Tenerife.
Durante mi carrera he hecho acompañamientos a todo tipo de artistas que van desde Miliki y Fofito hasta Kylie Minogue y Robbie Williams. He pasado de lo más normal y lo más freaky a lo más cool. Aunque mucha gente intente ridiculizar mis actuaciones con artistas como por ejemplo Melody, para mí cada uno de los acompañamientos fue magnífico y ha sido un honor trabajar con estos artistas.
¿Cómo es tu proceso creativo?
La verdad es que soy muy rápido. No me como mucho la cabeza. Elijo los bailarines y creo en el momento. Tengo suerte porque no he tenido baches creativos. Me aportan mucho los bailarines y su brillantez. Me ayudan a reinventarme.
Del panorama musical actual, ¿con quién te hubiera gustado actuar?
Estuve muy conectado durante años con el mundo Madonnero y con los que son ahora sus directores creativos. Conocí finalmente a Madonna en un concierto en Londres y fui a las audiciones de su tour en LA. Después de pasar una preselección impresionante, llegué allí como uno de los favoritos. Pero en el primer casting con Madonna me quedé en blanco. La cagué. Después de tantos años deseándolo, me quedé a las puertas de poder acompañarla. Fue un bache del que me costó reponerme, pero al final lo pude superar.
Pensando en las grandes divas del pop actual -como Beyoncé, Rianna o Miley Cyrus- me pregunto, ¿siempre se ha jugado tanto la carta de la provocación como ahora?
La provocación y el erotismo siempre van a vender, y si no mira el fenómeno de 50 sombras de Grey. Siempre se ha jugado a esto, pero de otra manera. Ahora se juega a este mundo erótico-festivo de «te enseño pero no. No soy vulgar, pero sí lo soy cuando me apetece». A mí la Anaconda y el twerking me parecen lo peor y creo que ya no funcionan. Se tiene que ser muy sexy, pero guay, y en esto Beyoncé es la reina.
¿Alguna vez te has planteado dedicarte a algo que no fuera el espectáculo?
No. Siempre he querido ser artista. De hecho, siempre he querido cantar para poder dedicar canciones de amor.
¿Cuidas mucho tu imagen?
Me cuido mucho, es obvio. De joven si me cuidaba era más para los demás, pero ahora lo hago para mí mismo. Me gusta comer sano, creo que somos lo que comemos. También me gusta correr y darme masajes y peelings. Quiero ser sano. Quiero cumplir años y envejecer. Soy anti cirugía estética, todo lo que sea extraño a mi cuerpo no me pone nada.
¿Crees que es importante lo que nuestra imagen dice de nosotros?
Cada vez me fascina más la gente que es auténtica. Estoy cansado del sistema y de la sociedad. Me encanta disfrutar de ser como soy, porque me costó mucho poder hacerlo. Desgraciadamente la sociedad nos marca unos cánones, pero hace falta aceptarse tal y como cada uno es y sacar lo mejor de uno mismo. De ahí nace la felicidad y el equilibrio. Eso lo demuestran los 7 de Rafa Méndez.
¿Qué es lo que no falta nunca en tu armario ni en tu neceser?
Soy muy básico y neutro. Me encantan las camisetas básicas. Me gustan las prendas de vestir naturales y fáciles. En mi neceser no falta nunca una crema hidratante. Antes no utilizaba crema ni después de afeitarme, pero ahora estoy enganchado a ella.
No puedes salir de casa sin….
Mi vaselina para los labios. Es ya algo automático, como coger las llaves de casa.
¿Cómo es un día normal en la vida de Rafa Méndez?
Es muy normal. La gente tiene una imagen mía de muy fiestero, pero me encanta estar solo en casa. Me gusta la soledad buscada, la que no es impuesta. Los días que no tengo trabajo me gusta levantarme pronto y salir a desayunar y comer fuera de casa con amigos. Soy poco cocinillas, la verdad.
Cuando estoy en Tenerife me paso todo el día en la playa. Siempre nudistas.
¿Te queda algún sueño pendiente por cumplir?
Mi gran sueño sería tener trabajo yo para poder dar trabajo a los demás. Dar trabajo es algo que me apasiona. Sobre todo, trabajos buenos y en buenas condiciones. Me gustaría que estos bailarines se sientan realizados como yo no me sentí aquí. Además, sueño con ser feliz y descubrir nuevas playas nudistas.
Redactora: Andrea Calvo Cortés /Fotos: Sergio Frías / Maquillaje: Virginia C. López